miércoles, 17 de diciembre de 2014

DOMINGO DE RAMOS

ENTRE PALMAS Y OLIVOS


La Calle Parras amanece llena de palmas que reciben a Jesús en la mañana del Domingo de Ramos en esta Jerusalén malacitana. María nos ampara este día con su sonrisa y su bella cara, acariciada por los rayos de sol que no quieren dejar de acariciar la tez de la Señora.

En San Juan, la niña de la parroquia es mecida y cantada por sus portadores, ¡Dios de te salve, Reina de Lágrimas y favores!

El Compás de la Victoria se convierte en el pretorio donde Jesús será presentado al pueblo, que salvara a Barrabás y te condenará ir hacia el Calvario. Acompañada de San Juan, la Virgen Mercedaria es arropada por la juventud cofrade malacitana que aguarda su salida de la basílica vctoriana.

No quiso Dios que el cáliz pasara de largo a su Hijo, un ángel ha sido enviado a los Mártires para acompañar a Jesús Orando en el Huerto de Getsemaní; La Concepción Dolorosa de María, se asoma ya por calle Carretería, va mirando al cielo acompañando sus ruegos al de su hijo, que si a su hijo lo ampara un olivo, a ella bordado en su manto lo hace otro.

En Capuchinos San Pedro ha negado a Jesús, dejándolo solo.Cantó el gallo, y  lo que Jesús ya sabía se cumplió, mientras la guardia judía tiene preso a Cristo, una guapa virgen, dulce capuchinera y boquerona malagueña, con su manto verde mar y su palio calado va enamorando Málaga con su dulce Nombre y su sensual mirada.

La verónica acude a las calles de la Goleta para enjugar la Divina Faz del Nazareno de la Salutación, mientras en San Felipe, la Señora del Patrocinio es consolada por San Juan esperando poder acompañar a su hijo algún día.

Gran Amor nos da el Cristo trinitario de la Esperanza, el crucificado de San Pablo, baja la rampa de la Aurora con gran sobriedad, mientras la señora de la Salud, la Virgen niña trinitaria, salud de los enfermos escucha las plegarias de los malagueños que tanta salud esperan.

 En la Divina Pastora, un Cristo moreno es prendido al darle un beso traidor Judas Iscariote. El Rey de Capuchinos sube la calle de Dos Aceras entre vítores y admiración: a la capuchinera del Gran Perdón, no se la espera con menor fervor, y todo la barrio capuchinero la aúpa en la subida por la calle Carrión. Cubierta de excelso manto y Palio, María perdonó la traición.